La prevención permite reducir los costes sanitarios, ya que actúa antes de que los problemas de salud se agraven. ¿Pero estamos haciendo lo suficiente para promover buenos hábitos?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud se define como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Estas tres dimensiones – física, mental y social – pueden influenciarse entre sí, provocando una mejora o un empeoramiento en la salud o el bienestar. Por ejemplo, una dieta equilibrada y una buena forma física repercute en el bienestar mental del individuo, pudiendo aumentar su productividad y creatividad, y contribuyendo de alguna manera a la construcción de relaciones sociales fuertes y positivas.
Aproximadamente 1,9 millones de adultos en todo el mundo son obesos o tienen sobrepeso, y 462 millones de personas tienen insuficiencia ponderal. Cada año 3,2 millones de muertes se atribuyen a una actividad física insuficiente. Y los trastornos mentales representan el 16% de la carga mundial de enfermedades. Y además el Financial Times eligió recientemente la soledad como la emoción que define nuestro tiempo, en parte debido a que el 26% de la población dice sentirse sola.
¿Cómo podemos llevar una vida más saludable? ¿Hay salud sin bienestar? ¿Cómo podemos encontrar el equilibrio entre los aspectos físicos, mentales y sociales de nuestra vida? ¿Y qué papel juegan las aseguradoras en esta misión? Ya hay empresas y aseguradores en diferentes partes del mundo que están cambiando el paradigma, estos son algunos de los ejemplos más relevantes.
Nutrición
Una buena alimentación es uno de los pilares clave para mantenerse saludable, ya que contribuye con todos los nutrientes y vitaminas que el organismo necesita para un buen rendimiento diario. Por otro lado, la malnutrición, que se caracteriza por la falta (desnutrición), el exceso (sobrenutrición) o el desequilibrio en la proporción de nutrientes, puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades.
Los sistemas de salud ya se están viendo afectados por la necesidad mundial de alimentos más saludables. Cada vez hay más organizaciones relacionadas con los servicios de salud que recurren a los datos y a la tecnología para monitorizar – y recompensar – hábitos saludables. Por ejemplo, a través de feeds de datos integrados con su red de socios, incluyendo gimnasios y servicios que involucran modelos de wearables y dispositivos médicos. Esta nueva generación de servicios de salud, ya sean de sistemas públicos, privados o sociales, pretende mostrar en tiempo real el avance de los clientes hacia las metas establecidas.
Cada vez más aseguradoras están dando con nuevas formas de usar los datos y la tecnología para fomentar hábitos más saludables – lo que nos lleva a aprender a lidiar con las diferencias biológicas – ya que algunos clientes son más saludables que otros, a pesar de practicar actividades físicas similares o tener hábitos alimenticios idénticos.
En este ámbito, la importancia de las directrices y datos nacionales es fundamental. Los Servicios Nacionales de Salud de la mayoría de países ya ofrecen información útil relacionada con la alimentación saludable. Tal y como ha sido impulsado por las recomendaciones de la OMS y la UE para la creación de programas para la prevención de enfermedades no transmisibles, que anualmente matan a 41 millones de personas en todo el mundo. Estos números se pueden reducir “fácilmente” cambiando nuestro estilo de vida, reduciendo el sedentarismo, manteniendo una dieta equilibrada y disminuyendo los niveles de estrés.
Ejercicio físico
La actividad física, de ligera a moderada, es beneficiosa para el bienestar general, y también juega un papel importante en la prevención y el tratamiento de algunas enfermedades, como la diabetes, la hipertensión arterial, la dislipidemia, la osteoporosis o la enfermedad coronaria.
En el caso de algunas enfermedades oncológicas, como el cáncer de colon, síndromes depresivos o en casos de inmunosupresión, el ejercicio físico puede tener efectos muy positivos como tratamiento complementario. Sin embargo, sus efectos dependen mucho del tipo de actividad, su intensidad y duración, de si es dinámica, estática, mixta, continua o intermitente, y de los factores biológicos de la persona que la practica.
Algunas enfermedades, como la diabetes, la enfermedad coronaria y la dislipidemia, tienen un gran impacto en la sociedad, no solo por su índice de mortalidad, sino también por la caída de la productividad que provocan, las hospitalizaciones o los tratamientos médicos. También tienen impacto en las familias y en los individuos, ya que sus posibles complicaciones afectan negativamente a la calidad de vida.
¿Cuál es el tipo de ejercicio más adecuado para aumentar la densidad ósea en la osteoporosis? ¿Qué pasa con el paciente que sufre una patología cardíaca? ¿Y con la hipertensión?
Por norma general, los beneficios del ejercicio físico son mayores que los riesgos. Pero muchas veces su práctica requiere del asesoramiento de profesionales de salud, ya que esta depende de cada persona y de las necesidades de cada momento y situación.
Parte de la solución también está en la educación de las nuevas generaciones. Actualmente, ya se identifican varios factores de riesgo para estas enfermedades y existe una inversión constante en la prevención primaria, a través de la implementación de programas de actividad física para niños y adolescentes. De este modo, se pueden aprender ciertos hábitos saludables en las escuelas y en el seno de cada familia, con el objetivo de acabar con la obesidad infantil y que esos buenos hábitos perduren en la vida adulta.
Muchas compañías recurren a programas de recompensas con el objetivo de que sus clientes mantengan una rutina activa de ejercicio físico. También existen lógicas de gaming con programas de puntos y premios en función de los objetivos alcanzados por cada persona. Ambas soluciones ayudan a fomentar la práctica de deporte y ejercicio físico.
Además, algunas empresas ofrecen asesoramiento “cara a cara” (aunque de manera digital) para ayudar a los clientes a alcanzar sus objetivos, así como un entrenador personal a distancia, a través de un chat o por teléfono, para ayudar a mantener un plan de entrenamiento.
Meditación
El estrés sigue asociado a infinitos problemas de salud y, tanto las compañías de seguros como los sistemas de sanitarios, han comenzado a tomar medidas preventivas.
El estrés provoca cambios hormonales y puede contribuir directa o indirectamente a la aparición o al agravamiento de enfermedades como la obesidad, diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, entre otras.
La meditación se describe como una práctica de autorregulación del cuerpo y la mente, que incluye un conjunto de técnicas corporales y mentales que buscan aumentar la atención y lograr un estado de relajación.
A través de la práctica continua, esta técnica puede producir efectos psicosomáticos, presentando beneficios a la salud y el bienestar, y teniendo así alguna aplicación en la práctica clínica, como técnica terapéutica complementaria a la medicina tradicional. Algunas investigaciones y estudios han demostrado su eficacia, especialmente en la reducción de síntomas relacionados con estrés y ansiedad. Los efectos se pueden notar a corto y largo plazo, afectando positivamente a las funciones cognitivas y afectivas. Afortunadamente, esta técnica ya se utiliza en sesiones terapéuticas en varios hospitales.
Los cuidados preventivos son una forma de reducir los costes de la atención médica, ya que el objetivo es tratar a los pacientes antes de que los problemas se vuelvan más graves y más caros.
Ofrecer beneficios e incentivos a los clientes que adoptan hábitos más saludables es una forma innovadora que está dando forma al sector asegurador – y en la que algunas aseguradoras han visto una solución para innovar y ayudar a millones de personas en todo el mundo.